sábado, 16 de agosto de 2008

Tomás Eloy Martínez

de El vuelo de la Reina, evocado por Pilar Dublé

Para los que creemos o queremos escribir erotismo, un fragmento de "El Vuelo de la reina" de Tomás Eloy Martínez:


Ya está. Parece acalorada. Se abre la bata, se ventila moviéndola como un abanico, y salta en busca de un disco. Todas las noches es igual. Prefiere la llagas de la música a las llamas del televisor. Se mira al espejo, se despereza con delicadeza. Y canta, ¿canta? alza los brazos con un gesto de triunfo y algo flamea en su lengua, melancolía del amor que la espera lejos, o sólo el vapor del sueño que está entrando en ella, lo estoy notando en sus ojos. ¿Se te caen, no?, ¿es el amor o son los ojos lo que se te cae? Ya voy, ya voy, espérame, déjate ir y espérame.

Ahora que ella es de nuevo presa de su mirada, que está indefensa al otro lado del telescopio, quiere sentir su olor. No necesita sino la llamada de su olor salvaje antes de de cruzar la calle, antes de saltar una vez más sobre la pareja sin techo y entrar por segunda vez en el cuarto, ahora para desnudarla y filmarla y descomponer las líneas de su cuerpo en infinitos fragmentos que luego rehará a voluntad en su televisor. La desvestirá y volverá a vestirla, lavará el cartón de jugo y lo tirará al la basura antes de marcharse. A la tarde siguiente llevará imágenes a la sala de vídeos de la casa de San Isidro, junto a la galería de geranios, y se quedará oyendo durante horas el vaivén de sus entrañas, el temblor eléctrico de esa respiración que odia y ama.

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